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Nietzsche - La voluntad de poder

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Mensaje  Invitado Lun 18 Jul 2011 - 0:31

EL NIHILISMO EUROPEO

A. HISTORIA.
1.
Lo que yo cuento aquí es la historia de las próximas dos centurias. Describo lo que vendrá, lo que no podrá menos que venir: el advenimiento del nihilismo. Esta historia puede ser contada ya ahora pues opera en ella la necesidad misma. Desde hace mucho nuestra cultura, presa de una tensión angustiosa que aumenta de década en década, se encamina a una catástrofe, inquieta, violenta y precipitada, ya no reflexiona, tiene miedo de reflexionar.

2.
El que toma aquí la palabra como primer nihilista integral de Europa que se ha extraviado ya en todos los laberintos del provenir, como espíritu agorero que mira hacia atrás cuando cuenta lo porvenir ha sacado ya en sí del nihilismo las consecuencias últimas.
Lo ha dejado tras sí, por debajo y fuera de sí.
3.
Cuidado con equivocarse sobre el sentido del titulo “La voluntad de poder. Ensayo de transmutación de todos los valores”, expresa esta formula un contramovimiento en lo que respecta a principio y tarea, un movimiento que un día sucederá a ese nihilismo integral pero que lo presupone, lógica y psicológicamente, que tiene que ser posterior a el y su consecuencia inexorable. Pero, ¿por qué el advenimiento del nihilismo es ahora necesario? Porque tenemos que experimentarlo para comprender el valor de estos “valores”, porque un día habrá menester de nuevos valores.

13.
A propósito de la historia del ensombrecimiento moderno:

Los nómadas del Estado (empleados públicos, etc): sin patria.
Decadencia de la familia.
El “hombre bueno” como síntoma de agotamiento.
Lascivia y neurosis.
El anarquista.
Antinaturalidad nórdica.
La necesidad alcohólica: miseria del trabajador.
El nihilismo filosófico.

B. ESENCIA Y CAUSA.

23.
¿Qué significa el nihilismo? Significa que se desvalorizan los más altos valores. Falta la meta, falta la respuesta al ¿por qué?
24.
El nihilismo radical es el convencimiento de que la existencia es absolutamente insostenible si se trata de los más altos valores que se reconocen. Esta conclusión es una consecuencia de la voluntad de verdad inculcada en el hombre, o sea una consecuencia de la fe en una moral verdadera.
25.
El nihilismo es ambiguo: como signo del poder acrecido del espíritu es activo y como síntoma de decadencia y merma del poder del espíritu es pasivo.
26.
El nihilismo es un estado normal:
a) puede ser síntoma de fuerza, el poder del espíritu puede haber crecido a tal punto que le son inadecuadas las metas tradicionales (las convicciones, los artículos de fe –ya que una fe expresa la dictadura de condiciones de existencia, la sumisión a la autoridad de las circunstancias bajo las cuales un ser prospera, crece y adquiere poder).
b) el nihilismo puede ser síntoma de fuerza insuficiente para fijarse en forma productiva una nueva meta, un nuevo por qué, una nueva fe.
Alcanza su máxima fuerza relativa como fuerza violenta de destrucción, como nihilismo activo.
Su antítesis es el nihilismo cansado que ya no ataca y cuya modalidad más famosa es el budismo: es pasivo, síntoma de debilidad.
La fuerza del espíritu puede estar cansada, agotada, de modo que las metas y valores existentes son inadecuados y no se cree más en ellos. De modo que se disuelve la síntesis de valores y metas (en la que se basa toda cultura fuerte) y los distintos valores luchan entre sí: desintegración. De modo que todo lo que reconforta, cura, aquieta, aturde, pasa a primer plano bajo variado disfraz: religioso, moral, político, estético, etc.

27.
Representa el nihilismo un estado intermedio patológico (por su afán de generalización y deducción sin sentido), sea porque las fuerzas productivas no son aún lo suficientemente poderosas o porque la decadencia se demore y no haya inventado sus recursos.
Premisa de esta hipótesis: no existe la verdad; no existe la esencia absoluta de las cosas, la cosa en sí.- Esto también es nada más que nihilismo llevado al extremo, porque sitúa el valor precisamente en la circunstancia de que a estos valores no ha correspondido y no corresponde ninguna realidad, sino que son tan sólo síntomas de fuerza de los valoradotes, simplificación para la vida.

28.
La pregunta del nihilismo: ¿para que? tiene su origen en la costumbre, según ella la meta parecía establecida por alguna autoridad suprahumana. Tras haber perdido la fe se anda en procura de otra autoridad susceptible de hablar en términos absolutos y de fijar metas y tareas; entonces será la conciencia que a medida que la moral se separa de la teología se vuelve mas imperativa y aparece como sustituto de una autoridad personal.
O la autoridad de la razón. O el instinto gregario (de rebaño). O la Historia con su espíritu inmanente a ella, que lleva en si su meta y a la que uno puede abandonarse.
Se quisiera eludir la decisión, la aspiración a una meta, el riesgo, la responsabilidad (se acepta el fatalismo). Por ultimo: la felicidad y, con cierta dosis de hipocresía, la felicidad del mayor numero posible de gentes.
Precisamente ahora, cuando haría falta la voluntad más poderosa, esta ella más débil y apocada. Falta absoluta de fe en el poder de organización de la voluntad para el todo.

32.
Las formas del aturdimiento de si mismo.
En lo mas intimo, se ignora el ¿hacia donde? Vacío. Tentativa de sobrellevarlo mediante la embriaguez: embriaguez como música, como crueldad en el trágico deleite de la perdición del más noble, embriaguez como exaltación ciega de individuos o épocas (como odio).
Tentativa de trabajar frenéticamente, como instrumento de la ciencia: el aguzar la vista para la multitud de pequeños placeres, por ejemplo también como cognoscente (modestia ante si mismo).
El limitarse a generalizar sobre si mismo, la limitación a un pathos; el misticismo, el voluptuoso deleite del vacío eterno; el arte por el arte, el conocimiento puro, como narcóticos del asco de si mismo; cualquier trabajo permanente, cualquier pequeño fanatismo entupido; la mescolanza de todos los medios, enfermar por falta general de moderación (el exceso mata el placer).
El resultado es la abulia o, en contraste, un orgullo extremo y la humillación de la debilidad mezquina.

34.
a) El nihilismo llama a nuestra puerta; ¿de donde viene este el más inquietante de todos los huéspedes?
Punto de partida: es un error señalar “crisis sociales” o” degeneraciones fisiológicas”, cuando no la corrupción, como causa del nihilismo. Nuestra época es la mas decente y humana. La crisis en si no puede originar el nihilismo (esto es, el repudio radical de valor, sentido y meta). La verdad es que el nihilismo esta en una interpretación determinada: la cristiano=moral.

35.
El pesimismo moderno es una expresión de la futilidad del mundo moderno, no del mundo y de la existencia.
36.
El signo más general de los tiempos modernos: el hombre ha perdido increíblemente en dignidad a sus propios ojos.
Quien ha dejado de creer en Dios se aferra con una determinación tanto mas firme a la fe en la moral.
37.
Las causas del advenimiento del pesimismo:
El que hasta ahora se haya venido difamando los impulsos más poderosos y grávidos de provenir de la vida, de manera que una maldición pesa sobre la vida.
El que solo los mediocres prosperen, en tanto que el tipo superior se malogre.
El que nadie pueda ya dar una respuesta al “¿para que?”.
El que van en constante aumento el empequeñecimiento, la sensibilidad al dolor, la inquietud, la prisa y precipitación.
El que se tenga cada vez mas fácilmente conciencia de todo esto, de la llamada “civilización” y el individuo, frente a tan ingente aparato, se amilane y someta.

39.
Llega el día en que tenemos que pagar el precio de dos milenios de cristianismo: perdemos la gravedad que nos permitía subsistir. Caemos en las valoraciones opuestas. Ahora todo es falso, “frase”, trastornado, débil o exagerado. Se ensaya una especie de solución terrenal; pero en el mismo sentido, esto es, en el del triunfo final de la verdad, del amor y de la justicia (el socialismo).
Se trata de salvaguardar hasta el “mas allá”, aunque sea como incógnita antilógica.
Se cree todavía en el bien y en el mal, concibiéndose el triunfo del bien y la destrucción del mal como tarea, como perfeccionamiento.
Todavía se permite a la iglesia inmiscuirse en todas las experiencias principales de la vida individual para conferirles un sentido superior; subsiste todavía el “Estado cristiano”, el “matrimonio cristiano”.



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